1.
EL EJERCICIO DEL SERVICIO
Isaías 6, 8 8 Entonces oí la voz del
Señor, que decía: ¿A quién voy a enviar?,¿Quién será nuestro
mensajero? “Yo respondí: «Aquí estoy yo, envíame a mí.»
Luego de realizada nuestra elección empieza la hermosa pero ardua labor
de ejercer nuestro ministerio, en esta etapa del llamado es cuando Dios nos
empieza a exigir cada vez un poco más de nosotros, el proceso de nuestra
conversión se hace más fuerte, nuestro compromiso es mucho más maduro y
nuestras metas con nuestro ministerio empiezan a surgir y crear proyectos a
futuro en torno a dicho servicio.
En el ejercicio ministerial empezamos a reconocer nuestro lugar en un
equipo de trabajo y nuestros aportes hacen que surjan nuevas iniciativas, esta
etapa es talves la más fuerte de todo este camino del llamado personal porque
es en la cual más retos y dificultades encontraremos, la convivencia, el amor a
los hermanos, la tolerancia, el respeto y el liderazgo serán algunas de las
cosas que tendremos que afrontar.
Dice la palabra de Dios: “Aquí estoy yo, envíame a mí.” esta
es la respuesta de un servidor maduro como el profeta Isaías, dispuesto a
servir al Señor en todo lo que le pida, así es el ejercicio del ministerio, ya
en esta etapa no existen los condicionamientos como por ejemplo “no voy porque
es lejos”, “ no puedo ir porque debo salir de compras”, “eso está muy difícil
para mí” etc.. quien dice “Aquí estoy yo, envíame a mí.” Estará
dispuesto al ejercicio de su ministerio a pesar de si mismo, de sus complejos,
sus impaciencias y carencias, será un servidor convencido de que la misión que
Dios le encomendó es la que está realizando.
Esta es la etapa
de mayor renuncia pero sin duda la que nos dará más satisfacción, es el momento
del climax de nuestro llamado, lo que nos dará una identidad propia en nuestra
Iglesia, ya no seremos solo fieles pasivos sino seremos parte del gran cambio,
haremos parte de la solución y no del problema, así es el ejercicio del
ministerio al que hemos sido llamados.
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